viernes, 28 de noviembre de 2008

Suspense: Aquella curiosidad desmesurada

La ciudad disfrutaba de sus últimas horas de luz natural. Era un atardecer de un otoño muy cercano al frío y riguroso invierno. El pulular de vehículos motorizados era muy escaso y las aceras vacías otorgaban un paisaje desolado. Entre bloques de edificios enfrentados, cientos de ventanas se perfilan y algunas personas, ávidas de curiosidad, se apostan en sus oteros como centinelas al acecho. En el 18 de la calle Ganga, 5º piso, uno de esos escudriñadores de lo ajeno, recuesta su persona en el frío cristal de su mirador. Este personaje, no tiene nada mejor que hacer y busca con ansiedad algún elemento novedoso que le permita evadirse de su rutinaria y aburrida jornada vespertina.
Sin más preámbulos os acerco a las interioridades y formas de sentir del citado protagonista. Si anotáis alguna incidencia, digna de mención, en la que os podáis sentir aludidos, pensad que al fin y al cabo somos todos de la misma especie por lo que esta afinidad se podría catalogar de lógica.
Vaya tardecita, estoy tan agobiado, que preciso de algo que me haga disiparme. Ya he quemado los recursos propios, televisión, música, lectura, comida, tan solo me queda la última oportunidad, la de mirar a los demás a ver si puedo advertir algún detalle o anécdota digna de divertimento. Pero llevo más de media hora aquí pendiente y no tengo nada que resaltar. Está claro, me tendré que meter en el sobre y esperar a la rutina del lunes laboral. A ver..., un último vistazo y..., bueno creo que está todo visto. Muchas ventanas, la mayoría a oscuras, con sus persianas o cortinas echadas; no hay nada destacable, aunque, un momento...
¡Ajá, casi me lo perdía, pero no, estos ojitos necesitados de noticias, no podían fallar en presenciar esta primicia! La vecinita del tercero, sí, ya lo decía yo, que esta criatura prometía mucho. Alguna que otra vez le puse el cerco de vigilancia, pero tan solo algunos amagos, breves escarceos amatorios con alguno de sus diversos galanes. Sin embargo, parece que hoy va a dar más de sí. Por supuesto, es hora de colocarme mis prismáticos y de afinar las lentes. Pero bueno, ésto es desproporcionado, la gentil damisela está danzando en paños menores. Bueno, bueno, a fe mía que esta visión no me la esperaba, ni mucho menos, quien me iba a decir a mí, que a estas alturas de una tediosa tarde festiva, un adicto mirón como yo, me podía llevar a mis retinas unas imágenes de tanta jocosidad y valía. Además es que esta bella nudista de baile acompasado, ha creado una coreografía improvisada pero muy gratificante. Pues bien, parece que ha merecido la pena la espera, el momento es el adecuado para coger mi cámara de vídeo digitalizada y, vamos a enfocar para grabar con su poderío de enfoque óptico. Así, sí, es perfecto, el enfoque es el preciso y la definición es la correcta. Sí señor, todo un documento recogido para ser observado más tarde con toda meticulosidad.
No he querido interrumpir las divagaciones de nuestro fisgón, porque me parecía muy conveniente el que pudieseis contemplar, en directo, sus comentarios, parte de ellos expresados a viva voz. Así habéis comprobado como este patológico aficionado, un ser obsesionado con la posesión de lo ajeno al amparo de su anonimato, ha construido su diversión en la intromisión de la privacidad del prójimo, llegando a sentirse orgulloso de capturar un documento más para su colección. Sin embargo, nuestro adicto protagonista, poco se imagina lo que le espera, en esta ocasión su morbosidad curiosa y sus afanes de buscar más allá de lo permitido, le reportará una serie de conquistas inesperadas. Sigamos con él.
Antes de irme a la camita, voy a regalarme con mi última captura, reproduciéndola con todo detenimiento. Lo confieso, me lo paso bomba cuando puedo capturar estas pequeñas joyas del acecho, creo que esta pieza dura por lo menos 5 minutos. No está mal, nada mal. Sí, esta cuarentona, no está nada mal, su cuerpo se conserva muy bien, además sus condiciones físicas son muy plausibles, pues se mueve con mucha agilidad. ¡Ah, que maravilla de la técnica! Con esta cámara, puedo filtrar, acercar, mostrar por segmentos de imagen..., en fin, una gozada: senos medianos, silueta bien torneada, ...
¡No, pero, no me lo puedo creer, si no lo veo no lo creo, resulta que es una travestida, vaya elemento fálico que presenta el sujeto! Increíble, vaya descubrimiento, pues sí que…, con esa apariencia era imposible pronosticar tal desenlace. Bien, pues vamos allá, ésto sí que no me lo esperaba. A ver, su actuación está claro que va dedicada a alguien y claro el individuo, está al final de la estancia…, unos retoques más de afianzamiento de mi herramienta digital y ya está: aquí tenemos la definición del careto de este directo espectador, que no el único claro está. Opción de reserva y grabación del enfoque y ya está, segrego la imagen y voilà (como dicen los franceses). ¡No, no puede ser...!
Pero cómo es posible este descubrimiento, mi único y mejor amigo, el de toda la vida, con el que he padecido, reído, llorado, con el que he comido e incluso dormido en la misma cama. Y ahora, precisamente hoy, después de 30 años de amistad, a los 50 años de edad, descubro que es de la cáscara amarga. Bien, la verdad, es que preferiría haber seguido con mi ignorancia. A partir de ahora, ¿Cómo tendré que actuar con su persona? Dejaré pasar el asunto y me haré el inadvertido. ¡No, no sé si podré! Ambos vamos al trabajo juntos, laboramos en la misma oficina, comemos juntos, jugamos al tenis, vamos al cine, ambos somos solteros y somos confidentes de nuestras aventuras amorosas. Somos más que unos buenos amigos, somos los amigos por excelencia. No podré ocultarlo, me conoce demasiado, no sé qué hacer. ¡Ah, maldita sea, por qué me metido en este problema!, todo por culpa de mi estúpida afición. Un momento, tan solo un momento, él hoy, no ha podido venir a salir conmigo, porque tenía familia foránea, ya la perfecta excusa, claro, tenía cita con una de sus conquistas. Bien, eso a mí no me importa, que sea lo que quiera ser, allá él. Pero ahora, no sé qué hacer, ¿Cómo actuar?
No tengo más remedio que tomar una determinación, fingiré que no sé nada, aunque la verdad, nada volverá a ser lo mismo, en absoluto. No tengo nada en contra de los homosexuales, pero claro, uno es muy viril y no admite discusión en este tema. Me voy a la cama, no me obsesiono más, necesito descansar.
Nuestro aficionado al escudriñamiento de las vidas ajenas, esta vez, ha tenido que pasar por una experiencia novedosa para él: ha gozado con unas imágenes y se ha preocupado con el descubrimiento de identidades sexuales inesperadas. De improviso su mundo cuadriculado, se le ha venido encima: su mejor amigo es homosexual, su vecina tiene la misma mentalidad; incluso ha roto con uno de sus fundamentos de convivencia, que ha sido el tener en su mejor amigo al mejor confidente. Ahora tendrá que actuar y mentir. No tiene dudas sobre su definición sexual, pero hace unos minutos tampoco la tenía en las de su amigo, jamás lo hubiera pronosticado y sin embargo allí tenía una prueba irrefutable. Las imágenes eran harto elocuentes. Pero esta primera premisa, no termina aquí, aún queda más materia de abundamiento. Son las 4 de la madrugada y un teléfono suena en la habitación de nuestro personaje atormentado.
- ¿Sí, dígame?
- ¿Sr. Galdámez?
- Sí, dígame, ¿Quién me llama a estas horas?
- Lamento despertarle, pero el único teléfono de contacto que poseía la víctima era éste.
- ¿Sí, que ha pasado?
- ¿El Sr. Blanquillo, es amigo suyo?
- Bueno, sí.
- Lamento comunicarle que ha fenecido.
- ¿Cómo?
- Sí, perdone que haya sido tan brusco dándole la noticia, considero que ha sido para usted una noticia desagradable e inesperada. Sin embargo, necesitamos que acuda a los efectos del pertinente reconocimiento. Le espero aquí en el tanatorio médico forense. Como comprenderá es urgente porque el juez precisa la pertinente comprobación.
- Acudiré lo antes posible.
Nuestro conmovido protagonista, se muestra perplejo, su mejor amigo aquel recién descubierto amanerado, ya no vivía. Atrás quedaban tantos años de experiencias y de buenos momentos. Sin duda, aquella rutinaria sosa tarde otoñal, se había tornado demasiado complicada y penosa.
- Sr. Galdámez, le reitero las más sinceras condolencias y le agradezco su pronta presencia. Comprendo su actual estado emocional, no en vano, era su amigo y además les unía cierta afinidad sexual, ya que tenemos entendido que era su compañero sentimental.
- ¿Cómo, de qué habla?
- Mire, tranquilícese, le reitero que trataremos de ser escrupulosos con la publicidad de estos datos, aunque ya sabe que los periodistas son linces en estas cosas. Además en el sumario del caso constará el apunte de que el asesino de su amigo, convicto y confeso ha declarado que usted le había ganado sentimentalmente la partida.
- ¡Qué me dice, ésto es nuevo para mí!
- Como quiera, comprendo su actual estado psicológico y también el que quiera preservar su confidencialidad. El motivo de su presencia es el siguiente, muy cerca de su domicilio, en el tercer piso del edificio de enfrente de usted, se ha cometido esta noche un asesinato. La víctima, parece que obedece a la afiliación de su amigo, el Sr. Blanquillo, sin embargo dado el estado en el que ha quedado su faz, no podemos corroborar con la foto de su carné, estos términos. En su cartera, de su puño y letra, una reseña le citaba a usted, este ha sido el motivo de citarle, además de la confesión de cargo de la presunta homicida, la señorita Voltaré.
- Estoy muy confuso y desconcertado, mi mejor amigo, ¿Muerto a manos de una mujer? ¿Qué tengo que hacer?
- Es fácil, deberá identificar a su amigo, por alguna parte significativa de su anatomía, ya le he explicado lo imposible que es a través del rostro.
- En efecto, el tenía un lunar en la parte posterior de la pierna izquierda, sí aquí lo tiene, es él. ¿Pero como es posible que una mujer le haya aplastado la cabeza con tanta brutalidad?
- Le recuerdo, que era una transexual y que tenía la misma fuerza o más que pueda tener usted, ¿Me entiende? Se trata de un crimen pasional, ella, la asesina no pudo resistir que su amigo, el Sr. Blanquillo, decidiera dejarla porque sentía que le era infiel a usted, ¿Comprende Sr. Goldámez?, así que la despechada mujer no pudo aguantarlo y le machacó la testa. A los minutos llamó a la policía y se confesó convicta y confesa y además no dudó en pronunciar, que la causa de todo había sido la maldita dependencia que le profesaba a usted, lo amaba hasta límites insospechados y le hizo separarse de ella.
Tan solo han pasado unos meses desde aquel desenlace funesto, todavía me siento vacío, por la ausencia de mi buen amigo. Mis aficiones a mirar lo ajeno se han esfumado de mi vida. La colección de cintas grabadas, las he destruido; y la cámara, duerme el sueño de los justos en el armario. Desde aquel incidente mi vida ha cambiado radicalmente, soy un solitario recalcitrante, sin embargo, mi seguridad, en cuanto a mi identidad sexual, ya no es tan contundente. Hoy mismo, si tuviera al lado a mi amigo, no hubiera actuado como un hipócrita sino que le habría comprendido, al fin y al cabo, la amistad siempre prevalece por encima de credos, sexos y tendencias culturales.

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