domingo, 9 de noviembre de 2008

Relatos de Humor: Noctámbulos



Noctámbulos

Llamémosles amigos de la noche, por denominarlos de alguna forma. Sí, los incondicionales nocturnos, aquellos que su actividad exclusiva la desarrollan a la caída del astro solar. Los que a la luz del día, permanecen recuperando fuerzas, sin ganas de moverse por imponderables físicos. Son personas que acuden a sus respectivos cometidos entre las sombras de la noche. Cruzan las calles entre las luces de neón y las farolas, a toda prisa.


Los más desahogados económicamente disfrutan de su forma de vida plenamente. Se les ve por establecimientos de alto fuste y no escatiman el gasto de haberes porque lo tienen a manos llenas. Por eso entregados al disfrute de las salas de fiestas, los espectáculos, los bares, tratan de hacer más pasajeros los efectos propios de la tendencia natural al descanso reparador y por supuesto a los efectos de ansiedad que supone, día tras día, el mantener un ritmo mantenido de trasnochamiento.


A estos, no me refiero en mi plática hoy. No, aludo por contra, a los otros, a los que además de aguantar estos imponderables del horario, que obligatoriamente cumplen contra la propia naturaleza orgánica humana. Además como agravante a su penosa existencia, se tienen que buscar la vida, por esos callejones oscuros, soportando fríos, humedades, lluvias, calores pegajosas. Sí a esos, que luchan por mantenerse vivos, a duras penas, los que entre desperdicios viven día a día, entre la necesidad de sobrevivir con su dependencia nocturna, acentuada por la obligatoriedad del esfuerzo del trabajo rutinario.


Quizás no hayáis reparado demasiado en su presencia, porque la fuerza de la costumbre los puede presentar como demasiados cotidianos, sobre todo en las grandes ciudades. Sin embargo, están a nuestro alrededor, siendo semejantes a nosotros corpóreamente, se mezclan con nosotros e incluso se insertan en nuestras familias. Son individuos que tan solo lo podemos diferenciar por sus tendencias, sociales, laborales, lúdicas y aficiones, en el marco de la noche. Porque al poco tiempo de vivir en esta forma de vida, sus comportamientos se hacen cada vez más típicamente homogéneos. La mayoría de estos que para sobrevivir, necesitan trabajar duro, no hacen regalos a la galería, comienza a laborar a primeras horas de la noche y antes de que llegue el alba y a toda prisa se recluyen en sus respectivas habitaciones. Buscan, a toda costa recuperar fuerzas para la próxima noche que les espera.


Su existencia durante el día es efímera, muy corta e interrumpida, los biorritmos son lentos, es como si de un proceso de aletargamiento sostenido les envolviese. Si están muy inquietos y no pueden conciliar el sueño, lo máximo que les apetece es ver la televisión o alguna película de vídeo, a ser posible con ambiente sórdido, terrorífico, entre tinieblas, quizás la noche les sigue pasando factura, en pleno día solar. Y es que es muy difícil desprenderse del trastorno de sus horarios vitales. En su comida, ya no recuerda la de aquellos platos de cocidos, paellas, potajes, ni por asomo:


La ingestión del contenido líquido absorbido deprisa, es cada vez más patente. Aquellos bocadillos de chorizo, de caballas en aceite, se desterraron por los inconvenientes de la frenética labor a realizar, constante y en contacto permanente con artículos de desecho. Producto del esfuerzo priva el ansia de calmar la sed. Una sed que tan solo se merma, cuando por fin se logra el objetivo diario, el de todos estos que tienen que trabajar muy duro para poder sobrellevar su personalidad de noctámbulo y currante en el Servicio de Recogida de Basuras...

No hay comentarios: