domingo, 23 de noviembre de 2008

Teatro: Un Mundo sin extraños colores de piel




Año 2.107. El planeta Tierra localizado en el Sistema Solar de la Vía Láctea, estaba a punto de desaparecer.
Los artífices de esta catástrofe eran sus propios habitantes, los humanos. Habían descuidado, agotado y contaminado tanto el planeta que estaba muy cerca de su extenuación.
Además de este previsible desenlace del patrimonio natural, la mentalidad y costumbres del hombre contemporáneo, se habían transformado, para mal, en un rol en el que la intolerancia egocéntrica impregnaba todo lo rodeaba a su existencia.
En resumen, los problemas medioambientales del antes llamado Planeta Azul eran los siguientes:
- Destrucción total de la capa de ozono. (Sólo sobre la ciudad de Cádiz restaba una pequeña parte de la antigua ozonosfera). La exposición al Sol sin la pertinente exhaustiva protección solar de grado máximo era mortal.
- Incrementación del efecto invernadero. Las temperaturas mínimas en los polos del planeta, no bajaban de los 15 grados centígrados a la sombra en invierno. Durante el verano, las temperaturas promedios rondaban los 45 grados centígrados. Sólo había una excepción: la ciudad más antigua de Occidente, Cádiz, que continuaba manteniendo sus temperaturas tradicionales. Merced a su particular ubicación, los vientos imperantes de Levante, la ya mencionada capa débil de ozono que la defendía de la insolación abrasiva y por supuesto de un factor por descubrir y poder sintetizar su agua salada de peculiar combinación.
- El núcleo de la Tierra estaba sobrecalentado, lo que suponía un peligro similar al de una bomba de implosiva de dimensiones catastróficas.
La situación político-social era la siguiente:
- Habían sido exterminadas todas las razas humanas existentes en el planeta excepto la blanca. Una inexplicable y sospechosa enfermedad había atacado a las razas con pigmentaciones diferentes a la raza blanca. El resultado, millones de personas negras, amarillas y de todo color distinto a la de raza blanca muertas en un holocausto apocalíptico de miles de millones de personas.
- Las mujeres estaban totalmente discriminadas. Sus dos únicas funciones eran la procreación y el servicio doméstico al servicio del esposo y de los hijos.
- Los afeminados, en la clandestinidad, también estaban perseguidos y excluidos en cuanto a derechos sociales se refiere. Se consideraban inhumanos por tener tendencias sexuales diferentes a las de los demás hombres heterosexuales. Se veían obligados a reunirse en locales secretos subterráneos. Actualmente el grupo estimado es muy residual, puesto que, existía un grupo infiltrado de bisexuales exterminadores, de procedencia desconocida, que estaban diseminando una tara genética de auto extinción.
Como se ha podido comprobar, la situación era espantosa y Dantesca. Soportar diariamente las pésimas condiciones de vida que ofrecía el decrépito planeta, sino también resistir el sistema de gobierno impuesto, similar a un gobierno Nazi, en el que se buscaba perpetuar a una raza superior y se discriminaba a todo el que no pensara tal como el Estado dictatorial obligaba.
Conociendo el ambiente, vamos a enfocar el relato hacia la ciudad de la luz y el mar, Cádiz. Al ser la ciudad menos contaminada y estando considerada como la más idónea para vivir, un grupo de tres prestigiosos científicos, constituyeron un pequeño grupo, exclusivo, para investigar las características propias del ecosistema gaditano. Así, una vez consensuadas las conclusiones, tal vez, podrían ser exportables y así sanear el resto del planeta, cuanto menos en el marco medioambiental.
El anteriormente citado grupo estaba compuesto por:
- Don Gocu Reverte: Catedrático en Matemáticas de universidad. Su trabajo era resolver los problemas planteados desde la base matemática. Era una persona solvente y reconocida en el mundo por la aplicación y resolución de problemáticas de difícil tratamiento. Su talento y objetividad aunque parecieran acomodaticia al Sistema imperante, estaban íntegros e invulnerables.
- Don Hortensio del Río: Catedrático en Medicina e Investigación. Era un personaje que mantenía una faceta oculta, que se desvelará durante el transcurso de la narración.
- Don Hermenegildo López: Catedrático en Física y Química. Su misión, aparte del apoyo físico-químico, informático y lingüístico, (pues dominaba ocho idiomas), consistía en ejercer la dirección del grupo. Se trataba de una persona fría y calculadora, muy intolerante. Siempre a favor de la discriminación de la mujer y de los afeminados, así como de la superioridad de la raza blanca en detrimento de las otras razas. La extinción de las demás razas era para él una prueba evidente de que eran inferiores.
Tras la exposición de los personajes, comenzaremos la historia en una día cualquiera, en su sesión de noche, al término de la jornada de trabajo. Estamos situados en el laboratorio secreto de los eruditos gaditanos.
Hermenegildo: ¡Vamos gandules!, diez minutos más y os podéis retirar a vuestra casa, a la calle, o al mismo infierno si gustáis.
El resto de científicos: Sí, señor.
Hermenegildo: Y a ver si mañana venís con más ganas de trabajar. Os veo dormidos, a primera hora. ¡A saber lo que hacéis por las noches!
Hortensio: Señor, con todo respeto, nuestra vida privada no es de su incumbencia.
Hermenegildo: Por supuesto que su vida particular, no me importa en absoluto, pero lo que sí me incumbe es vuestro rendimiento. Si vuestro tiempo libre os perjudica en la rentabilidad de vuestro trabajo, entonces sí tendré que intervenir debidamente. Estamos aquí para intentar salvar al Mundo, no lo olvidéis en ningún momento.
Gocu: Perdone Señor, pero acabo de resolver esta ecuación que nos permitirá poner en práctica el próximo experimento para el rayo regenerador de la superficie terrestre.
Hermenegildo: ¡Éste sí que es un científico!. Todos los días, sin excusas, trabajando conforme a sus máximas posibilidades. Muy bien, el experimento tendrá lugar mañana. Ya os podéis largar de aquí.
Todos: Buenas noches, señor.
Hermenegildo: Por muy amables que seáis no os voy a subir el sueldo, así que os podéis ahorrar las cortesías. Un momentos, permanezca aquí don Hortensio, he de hablar con usted. Don Gocu, usted se puede retirar, por hoy ha cumplido.
Una vez desaparecido del escenario el Doctor Gocu, comienza el parlamento de los otros dos científicos.
Hortensio: ¿Qué desea de mí, señor?
Hermenegildo: He de hablar francamente con usted. Tome asiento.
Hortensio: Le escucho.
Hermenegildo: He notado, desde hace unas semanas, un bajo rendimiento en su persona con respecto al grupo. Tan solo la labor de Gocu y la mía están salvando el rendimiento óptimo de nuestra exigente investigación. Quiero, por su parte, una explicación racional y convincente.
Hortensio: Bueno, es que trabajamos de sol a sol y tenemos poco tiempo para divertirnos. Demasiada tensión y esfuerzo. Ahora por ejemplo tengo la cabeza que …
Hermenegildo: ¿Excusas con migrañas infundadas? ¿No se divierte usted trabajando? ¿Acaso no es para lo que está usted aquí?
Hortensio: Sí, señor, me gusta mi trabajo; pero necesito tiempo libre como todo el mundo.
Hermenegildo: Usted no puede desear más de lo que tiene. Lo tiene todo. Inteligencia, ropa, comida y dinero, ¿Qué más quiere?
Hortensio: Quiero intimidad, libertad y tiempo para hacer lo que necesito y quiero.
Hermenegildo: De acuerdo. Haga lo que desee. Ya conoce el horario de entrada, espero que lo respete escrupulosamente.
Hortensio: Éso no representará ningún problema.
Hermenegildo: Antes de irse, tómese este comprimido analgésico. ¿No comentaba antes que le dolía la cabeza.
Hortensio: Muy agradecido, señor.
El confiado médico, ingiere la pastilla y se retira. El comprimido estaba constituido por una capa de paracetamol, y en su interior había un microchip que mediante un sistema inteligente, llegaba a los receptores oculares y tomaba una copia de las señales de visión. Esta señal la transmitía, vía satélite, al receptor de don Hermenegildo, que percibe así, todo lo que don Hortensio ve. Es como ver por los ojos de otro sin alterarle a éste su visión, pues el aparato sólo enviaba una copia. Además, el mismo microchip era capaz de realizar esta actividad con los receptores acústicos y además en simultaneidad. Así el desconfiado y curioso de don Hermenegildo podía ver y escuchar al mismo tiempo controlando los actos de don Hortensio sin que éste se percatara de ello.
Primeramente, don Hortensio fue a su residencia donde se vistió con una indumentaria muy extraña que don Hermenegildo no había visto nunca. Después, don Hortensio se dirigió hacia lo que parecía un local subterráneo totalmente desconocido para don Hermenegildo. Durante el camino pensaba para sí:
Hortensio: ¿Qué querrá el explotador ése con tanto interrogatorio? Me parece que empieza a sospechar de lo que hago por las noches. Sabía que se terminaría dando cuenta, ¿Qué hago ahora? Bueno, calma, que sospeche no significa que lo sepa con certeza. Pero creo que voy a tener que suspender mis prácticas nocturnas hasta que se disipen sus elucubraciones. Aunque, pensándolo bien, no lo considero necesario. Él no me puede ver y además no puede aportar ninguna prueba, con lo cual, puedo estar tranquilo. Aligeraré el paso que voy a llegar tarde.
En estas y otras reflexiones, llegó a la puerta de un local subterráneo, dónde, tras decir la contraseña, penetró en su interior.
Don Hermenegildo quedó asombrado al ver aquel local repleto hasta los topes de hombres con la indumentaria semejante a la de Don Hortensio. De repente, sonó una música seguida de unos movimientos tan obscenos, que don Hermenegildo, perplejo, trasladó a su faz una expresión de asqueo y desgana.
Tras finalizar lo que parecía ser una coreografía, don Hermenegildo continuó grabando toda lo que acontecía hasta formar un documento de prueba que fuese definitorio.
Llamó, vía telefónica, a don Gocu que estaba repasando unas fórmulas en el laboratorio de su casa; para que le ayudase a pensar una solución al problema que se le presentaba.
Gocu: Aquí me tiene Señor, siempre a sus órdenes.
Hermenegildo: En efecto, observe con detenimiento.
Le mostró la copia del seguimiento de Hortensio en el local nocturno y clandestino.
Gocu: Es evidente, señor, que nuestro amigo pertenece a una de las logias de afeminados que hay diseminadas por todo el Mundo.
Hermenegildo: Ésto no se puede tolerar. Mañana le seguiremos hasta el local y con estas pistolas de rayos paralizantes inmovilizaremos a todo el mundo salvo a nuestro afeminado compañero. A éste le traeremos preso en el interior de un escudo magnético y le daremos su escarmiento. Como es menester eliminar tan odiosa afeminada peste de la faz de la Tierra, colocaré una micro bomba de electrones libres en un punto estratégico del local. Así devastaremos todo ser orgánico y dejaremos intacto el inmueble, no en vano, Cádiz tiene pocos metros de superficie útiles.
Gocu: De acuerdo, señor.
Hermenegildo: Antes de irse, dígale a don Hortensio que mañana se puede tomar el día libre. A usted lo espero aquí a las ocho de la tarde para llevar a cabo el plan.
Gocu: Por supuesto.
Al día siguiente a la hora convenida, los dos científicos se personan en las inmediaciones del local. Don Hermenegildo en un momento determinado da la señal.
Hermenegildo: ¡Ahora!
Tras varios segundos de acción, todos terminan paralizados. Don Hermenegildo deposita la bomba nuclear y pone en marcha la secuencia de detonación para el periodo de eclosión máximo de una hora.
Don Hortensio, atrapado en el escudo, observa impotente cómo es trasladado al laboratorio secreto.
Hermenegildo: Así que, ¿Esta era su intimidad perturbadora, eh?
Hortensio: Señor, esto que usted nos ha hecho es inhumano.
Hermenegildo: Ustedes y vuestro comportamiento sí que son invertidos y degradados. Por ello van a ser aniquilados como, en su momento, lo fueron las otras razas inferiores. Si para las razas inferiores vino una ayuda genética destructiva, para vuestras existencias homosexuales tendremos que arrimar nuestro esfuerzo.
Hortensio: Todos tenemos derecho a ser lo que deseemos. Usted no es nadie para eliminarnos.
Hermenegildo: Es lo que merecen. Sois una especie desviada y perdedora, nosotros los heterosexuales somos la vanguardia y los poderosos.
Hortensio: ¿Es pernicioso que hagamos lo que queramos sin molestar a nadie?
Hermenegildo: Sí, es nocivo e indigno y por ello no es lícito que existan. El hombre es hombre y la mujer es mujer, no debemos cambiar el equilibrio de la naturaleza.
Hortensio: ¡Compasión, señor, no nos mate! Invoco a su sabiduría como científico. Sea tolerante y reflexione.
Hermenegildo: No, su verdad es mediocre, relativa y equivocada. Cuando una aberración de la naturaleza aparece por equivocación, hay que extirparla. No le voy a matar por ahora. Trabajará hasta conseguir el objetivo por el que se fundó el grupo: salvar la Tierra. Si conseguimos que el planeta sobreviva, entonces, personalmente, yo mismo le mataré.
Mientras conversaba Hermenegildo con el recién condenado don Hortensio, don Gocu sacó su pistola láser y sin dar tiempo a don Hermenegildo a activar su escudo electromagnético protector, lo mata de dos tiros certeros en el vientre. Agonizando, musita don Hermenegildo:
Hermenegildo: ¿Por qué?
Gocu: Porque he descubierto que no merece usted otra cosa. El nuevo mundo no se forjará sobre la intolerancia de unos pocos desalmados, sino sobre el amor, el respeto y la concordia entre todos. Nuestra misión es conciliar, consensuar y fomentar la concordia. Los que hayan sabido cumplir ese cometido, podrán vivir felices aquí en nuestra dimensión y en la otra esfera, donde no existe el tiempo, ni el espacio, ni el sufrimiento, ni las limitaciones. Aquellos intolerantes que se pretendan tiranizarnos, deberán ser depuestos y confinados. A los más peligrosos se deberá plantear su eliminación para evitar males mayores.
Ya muerto don Hermenegildo, don Gocu libera de su prisión al científico y desactiva la bomba a del club nocturno.
La fórmula matemática de Gocu sistematizó la aplicación ulterior de una terapia rehabilitadota del Medio Ambiente a nivel Mundial. La salina combinación de la Mar de Cádiz en un equilibrio, matemáticamente ajustado, dotó a todo el planeta de su nueva oportunidad de vigencia. Meses después, el estado de la Tierra mejoró considerablemente.
Como consecuencia del favorecimiento del Medio Ambiente, las nuevas colonias de seres humanos de, sólo raza blanca, se fueron diseminando por el espacio terráqueo. La flora y la fauna comenzaron a emerger de forma inusitada. Fruto de este masivo y avasallador florecimiento de la Naturaleza, de la recuperación de manto de ozono, es la nueva civilización humana, más limpia, más tolerante, más optimista, más cercana a la comprensión de sus limitaciones y de su papel de buenos y meros gestores de su planeta.
El primer presidente de la Tierra, en el que no existían estados, ni países, ni fronteras; fue Gocu Reverte, natural de Cádiz, científico e investigador. Creador de la fórmula salvadora del amanecer del nuevo Medio Ambiente terrestre. Y como no ideólogo y filósofo del renacimiento del humanismo altruista solidario. No le hizo falta hacer campaña electoral, porque su trayectoria personal y testimonial le fue suficiente. Su ideario es directo, sincero y muy motivador. El mensaje que relató el día de su toma de posesión fue el que todos conocemos.
Gocu Reverte: “Nuestra misión es conciliar, consensuar y fomentar la concordia. Los que hayan sabido cumplir ese cometido, podrán vivir felices aquí en nuestra dimensión y cuando transcendamos, en la otra esfera, en la que no existe el tiempo, ni el espacio, ni el sufrimiento, ni las limitaciones.” Tras finalizar la síntesis de su pensamiento. Después de esbozar una sonrisa, entre las aclamaciones del multitudinario gentío, hizo un esfuerzo por continuar exponiendo su mensaje.
Sr. Presidente Gocu: Nuestros hermanos de razas extinguidas, millares de millones muertos por una maldita enfermedad, están contemplando con gozo, como nuestro Mundo es hoy, mucho mejor que hace, tan solo, unos meses. Su entrega y sacrificio no ha sido en vano. Desde la Luz de su nueva existencia plena, se regocijan y hacen votos porque perseveremos en vigilar y neutralizar a aquellos intransigentes que atenten contra la solidaridad humana. Por último, a quienes pensaban, mentes ridículas y miserables, que la raza blanca era la prevalerte, porque había salido indemne de la devastadora epidemia….
Les voy a confesar un hecho detectado, muy recientemente, que a todos nos servirá de reflexión y de confianza: En las playas de Conil de la Frontera, Zahara de los Atunes, las nuevas colonias de seres humanos, ya han visto nacer a sus primeros descendientes…
Sí, es una gran noticia, la recuperación demográfica de la humanidad, pero hay más que decir. De cada 13 seres nacidos la proporción matemática ha sido proporcional y reiterada, 3 son blancos, 3 son negros, 3 amarillos, 3 rojos y el décimo tercero ha nacido con una piel cuyo color es acomodaticio a la percepción de aquel que lo observa. Es decir, según quien lo mira lo puede apreciar blanco, negro, amarillo, rojo. La conclusión estimados conciudadanos es obvia, una única naturaleza humana y una presentación adaptada a su medio ambiente directo. Y por si, en un futuro próximo, nos vuelve a entrar dudas acerca de la unidad del tronco común humano, como gestores igualitarios de nuestro planeta, tendremos a nuestro lado a un ser que será blanco, negro, amarillo o rojo, y que vivirá a nuestro lado para recordarnos este sencillo gesto de unidad entre razas.
La Naturaleza del Creador, harto de equívocos nos ha señalado un referente incuestionable, no hay diferencias en la piel, ni en el sexo, ni en la sexualidad, nuestra distinción es nuestra propia forma de darnos a los demás.

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