domingo, 9 de noviembre de 2008

Cuentos: Berto, el pájaro triste



Berto, el pájaro triste
Estamos en primavera, todo el bosque está salpicado de distintos matices de colores y en el ambiente flotan los distintos aromas de cada una de las variedades de flores. Nuestro personaje es Berto el pájaro, se trata de un pequeño gorrión que se encuentra posado en una de las ramas de una gran encina.
- Estoy harto de tanto olor y de tantas flores, a mí no me gusta la primavera, porque todos se ponen las mejores galas y perfumes y, ¿para qué?
El pobre Berto, no tenía a nadie desde que perdió a su padre y a sus hermanos. Hace ya algunas primaveras, esta estación no le trae buenos recuerdos. Durante todo el año se preocupaba de buscar sus semillas, gusanitos y de beber agua fresca en el río para poder subsistir. Sin embargo, cuando llega la primavera le entra un profundo estado de desgana y ni siquiera se quiere mover de su rama preferida, tan sólo se mueve para beber y comer lo imprescindible y para escapar del ataque de búhos y halcones, que de vez en cuando le visitan con malas intenciones.
- ¿Cuándo acabará esta pesada estación?, ¡uf!
Un día apareció una gorriona que se posó a su lado en la rama y le dijo:
- Oye perdona, me llamo Cota, ¿y tú?
- Soy Berto, ¿qué deseas de mí? -Respondió bruscamente.
Sin embargo, Cota no hizo caso a su sequedad y moviéndose graciosamente le sugirió:
- Me gustaría que fuésemos novios y formásemos una pareja, puesto que la primavera está ya muy avanzada y me gustaría tener gorrioncitos contigo.
- Pero, ¿qué dices?, no digas tonterías, déjame solo.
- Yo sé que estás perdido y amargado en tu soledad, ven y disfruta de mi compañía y de mi cariño, ¿no ves que la Naturaleza es sabia porque fue hecha por una Mano Perfecta? Si estoy aquí es porque sé que juntos podemos ser felices y contribuir a que seamos cumplidores de la misión que debemos realizar todos, es decir, amarnos y proteger el mundo que nos fue dado.
Berto estaba sorprendido por tan profundo y directo mensaje y le replicó:
- ¿Acaso eres tú adivina?, ¿quién eres?
- No te preocupes, tenemos toda nuestra vida para descubrirnos. ¿No crees, que lo único que vale en este mundo es el Amor?, ¿no te acuerdas de tus padres?
Berto sonrió y unas pequeñas lágrimas corrieron por su pico.
- Sí, es verdad, ¡cuánto te agradezco que me eligieras!
- No, no fui yo quien me mandó a ti, hay un Padre que nos quiere a todos, te conoce y sabe de tu pena. Aunque no has sabido pedirle una ilusión, tus padres y hermanos que te ven allá en el Cielo, lo hicieron por ti.
- Gracias, Dios mío. Papá, mamá...
Berto no pudo seguir hablando y rompió a reír y a volar, todo era gozo al descubrirse Hijo de Dios.
Discurría un día de la estación de primavera, y vio Dios que había apacentado e integrado a otro hijo disperso y se vio alegre y feliz.


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